viernes, 14 de enero de 2011

Johnny Lang, como Guti, pero al revés...


Cuando se habla de Johnny Lang existe disparidad de criterios: unos opinan que algún día volverá, y otros que está perdido.

Con 16 años, Lang sacó al mercado el disco que muchos pasarán media vida intentando componer, y no lo conseguirán. Armado con su telecaster, y enormemente fiel a los maestros del blues en los que se ha inspirado, Johnny Lang se sitúa en el panorama musical como un joven chico blanco, enormemente prometedor, que demuestra una especial conexión con el blues... oigan, ¿esta historia no les suena de nada?

Tras un inicio así de brillante, sucede lo lógico. Conciertos, pasión, giras, jovencitas chillando, sudores a chorros, colaboraciones en discos, el nuevo Clapton, excesos, solos interminables, colaboraciones en películas...

En fin, el jovencísimo Johnny es, durante un periodo de un año, el guitarrista de moda. Sus solos son abrasadores, su voz te derrite el alma, su presencia en el escenario es entrañable, y todo el mundo es capaz de ver que algo va a pasar. ¿Entrará en autocombustión como Kenny Wayne Shepherd? ¿Se lanzará de cabeza a las drogas? ¿Desaparecerá en la bruma de los tiempos silenciosamente? ¿Continuará comportándose como la eterna promesa?



No. Johnny Lang ve la luz.

Sí, como se lo cuento. Johnny Lang, ya en su segundo disco Wander this World, empieza a hacer aparecer elementos significativos del Gospel. Y, poco a poco, abandona la senda del Blues y se adentra en los caminos del Señor. Conciertos rodeado de coros de Gospel, referencias al creador, espectáculos más propios de un predicador del medio este que de un bluesman de 18 años, y, cada vez más, te das cuenta de que el chaval se ha ido por el camino que nadie esperaba, hasta parecer casi inalcanzable.

Por suerte para los amantes del Blues, Johnny Lang seguirá haciendo interpretaciones de algunos temas del género, pero ya no se implica tanto ni lo vé como un objetivo a seguir. No ha sido la fiesta la que le perdió, como a Guti, sino la fé. Tratándose el blues de la música del diablo, cuanto menos, es sorprendente.



Esperemos que algún día, vuelva al redil, mientras tanto, disfrutemos de lo que nos queda.